Otorgado el título de «el club de fútbol con más éxito del siglo XX» por la FIFA, el Real Madrid, nueve años después del veintiuno, ¡espera tener mucho trabajo por hacer para conservar su corona!

Parece increíble, pero el club que ha ganado dos Liga de Campeones (2000 y 2002) y cuatro títulos de La Giga desde el inicio del milenio ha parecido que se estanca -de forma cómica a los ojos de muchos- de una crisis a otra.

¿Cuántos clubes crees que despiden a su entrenador horas después de ganar la Liga de Campeones por un tiempo récord? El Real Madrid lo hizo en el 2002 con Vincent del Bosque.

¿Cuántos clubes volverían a llevar un entrenador que les ganó el título liguero en su única temporada con el club y luego le despedirían inmediatamente después de repetir la hazaña? El Real Madrid le hizo esto a Fabio Capello en el 2007.

Cuántos clubes sustituirían a su presidente, Florentino Pérez, porque su llamada política galáctica de llevar a los mejores jugadores del mundo al club había implotado espectacularmente, le sustituirían por un presidente que más tarde se supone que manipuló las votaciones, y después volvió a hacerlo. ¿escogió al señor Pérez sin oposición porque se comprometió, de nuevo, a llevar a todos los mejores jugadores del mundo a Madrid?

Bien, podría continuar durante mucho tiempo señalando estas excentricidades. Pero todo sería inútil a los ojos de los madrileños que, con toda razón, recordarán que son el club más rico del mundo, el de mayor éxito comercial -en gran parte por el citado Florentino Pérez- y, en el momento de escrito, estaban vinculados en el mercado de fichajes con casi cualquier jugador capaz de atarse los cordones de las botas. O, en el caso de Christiano Ronaldo, probablemente conseguir que uno de sus compañeros «menos talentosos» les atara para él para que pudiera ahorrar su energía para hacer grandes goles, intentando que los jugadores contrarios expulsen y se hundan cuando el árbitro no está de acuerdo con él. Hay quien pensamos que Ronaldo y Real Madrid son una pareja perfecta entre ellos: talentosos y guapos pero arrogantes, poco fiables y poco buenos en una pelea.

Y, sin embargo, a pesar de todas estas críticas de francotirador, me ha encantado ver a veces al Real Madrid en los últimos años. Cuando Roberto Carlos y Zidane combinaron por el extremo izquierdo; cuando Beckham se curvó en centros para que Raúl hacia casa; cuando Sergio Ramos arrasó por todo el terreno de juego intentando inspirar a su equipo letárgico a levantarse; y cuando ‘Saint Iker’ Casillas demostró, una y otra vez, por qué es, sin duda, el mejor portero del mundo.

Porque el Bernabéu es un lugar fantástico para ver fútbol -para un neutral puede ser igual de divertido ver al público cuando el Madrid juega mal- y el Real Madrid puede ser una fuerza estimulante cuando juega al máximo.

España y la Liga de Campeones necesitan a un Real Madrid fuerte, rápido y atractivo: forma parte del tejido de la vida. El Barcelona fue un equipo maravilloso este año, pero lo tuvo demasiado fácil; La verdadera necesidad de hacerles justificar mucho más su etiqueta ‘Dream Team’ la próxima temporada. Querer noqueado en los cuartos de final de la Liga de Campeones año tras año tampoco es lo suficientemente bueno, y el fútbol es el peor para ello.

Los que fuimos destetados del equipo que ganó la Copa de Europa en Hampden Park hace tantos años tenemos que volver a ver a un gran equipo del Real Madrid, así que, va, Florentino, saca el libro de cheques y vamos a ver el fin del Real. Madrid como burla y, en cambio, nos dan algo para asustar a los impostores de Manchester, Londres, Milán y Barcelona, ​​¡sobre todo Barcelona!

Kaká podría ser el sucesor natural de Zidane; tengamos ahora a los sucesores de Figo, Ronaldo, Roberto Carlos y Fernando Hierro.